martes, 29 de marzo de 2016

El amor es más un constructo social que un suceso natural


*Si bien impulsa la armonía y la vida, en ocasiones promueve la muerte
 *Prevalecen estructuras culturales que obligan a las personas a establecer vínculos sociales y afectivos

La violencia ha sido una vieja acompañante del ser humano, pues implica hablar de la propia condición humana vinculada íntimamente con el amor, que suele ser violento.
 “Si bien el amor impulsa la armonía y la vida, en ocasiones promueve la muerte”, señaló el doctor José Luis Cisneros, profesor-investigador de la Unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
 “Parece que Erich Fromm acertó cuando decía que el corazón de los seres humanos puede endurecerse y volverse inhumano llevándolo a comportamientos extremos. No obstante, el psicoanalista argumentaba que nadie nace salvaje ni con alguna intención más que la de preservar la vida y reproducirla”.
 En su Conferencia: Conjeturas del amor y la violencia hizo un recorrido por las perspectivas etimológicas y teóricas del fenómeno. Una manera de entenderlo es a través de las imágenes y textos de la nota roja, un elemento útil para interpretar una serie de comportamientos sociales asociada al amor y la violencia.
 “No podemos entender la violencia como una sustancia. Implicaría asumir que el ser humano es malo por naturaleza y seguir una visión reduccionista. El amor es una condición natural y, más bien, se constituye por medio de sentimientos, deseos y pasiones que nos conducen a ciertos niveles de violencia”.
 El amor es concebido más como un constructo social que como un hecho natural, de manera que los sujetos establecen expectativas guiadas por ideales de lo femenino y lo masculino, cuyas percepciones construyen maneras de gozar, sufrir y convivir con el otro.
 “Esa nueva idea del amor es oscura, perversa y destructora. Debemos evitar el fomento de ese tipo de relaciones interpersonales en las que se desatan ciertas cualidades individualizadoras”, apuntó.
 Invitado al IV Coloquio sobre estudios de género. Por una cultura de la no violencia, dijo que “prevalecen estructuras culturales que obligan a los sujetos a establecer vínculos sociales y afectivos; al mismo tiempo accionan catalizadores mediados por la condición política y marcados por la economía global”.
 En la actividad –organizada por el Observatorio Nacional sobre Violencia entre Hombres y Mujeres (ONAVIHOMU) y realizada en la Unidad Iztapalapa de la UAM– el investigador aseguró que “se han instaurado mecanismos que regulan nuestras relaciones y nos obligan a mantener un control sobre ellas mediante prohibiciones que legalizan actos privados que rayan en lo ilícito”.
 El doctor Cisneros afirmó que el matrimonio sigue modelos de organización que la propia sociedad impone. Con ello se busca establecer tradiciones y ritos, e implantar la idea de los bienes, la gloria, el honor y la necesidad de la descendencia.
“Aquello garantiza la solidez de las relaciones interpersonales y, por lo tanto, sociales. La idea del amor, entonces, se idealiza como algo natural, un elemento permanente e histórico que se ve como algo obligatorio para el desarrollo de la condición humana”, refirió.

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